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La trova llega de Guadalajara

viernes, 14 de marzo de 2008

Muchos en la Argentina conocieron a Alejandro Filio cuando León Gieco lo invitó a acompañarlo en algunos conciertos, un par de años atrás. Otros, los que integran esa dispersa comunidad ávida por descubrir y conocer lo que hay fuera de las fronteras de las grandes discográficas, ya hacían circular su nombre desde hacía tiempo de boca en boca y en formato MP3: “Hay que escuchar al Silvio Rodríguez mexicano”, recomendaban. Tras sucesivas visitas, Filio fue ganando un público propio en la Argentina, y ahora vuelve para presentar un nuevo CD, ...a quién?, hoy a las 21 en el teatro ND Ateneo (Paraguay 918).
En el tema que da nombre a su disco, Filio apunta sin nombrar: “Hijo del hermano lobo, lobezno ignorante y mediocre, ¿a quien tocará ser tu próxima víctima?”. El resto de la letra deja en claro que la pregunta va dirigida al mismísimo George Bush. Aunque en su discurso abundan la crítica a imperialismos y globalizaciones varias, hay que decir que la pluma de Filio tiene el mérito de evitar el panfleto. En Me doy incluye el audio de su contestador con opiniones sobre el poder de los artistas, de las canciones y de los presidentes. “Le pregunté cosas a distinta gente que quiero, y con eso armé un collage que refuerza la idea de que hacer una canción es dar puntos de vista y manifestar sentimientos diferentes”, explica el mexicano. Entre los que hablan está Quique Pesoa, amigo de Filio, y su hijo, que sintetiza su parecer sobre el actual presidente norteamericano: “Bush is bold shit”.
Filio dice que tiene muchos otros buenos amigos argentinos. Entre los conocidos, León Gieco, Alejandro Lerner, Silvina Garré, Pedro Aznar, Juan Carlos Baglietto. Todos ellos grabaron canciones suyas, al igual que Silvio Rodríguez, Vicente Feliú, Víctor Manuel, Luis Eduardo Aute, Ismael Serrano, Jorge Drexler, Alberto Cortez y Nito Mestre, entre muchos otros. Invitado por Gieco y Víctor Heredia, Filio fue uno de los que se sumó al proyecto del disco Canciones con Santa Fe, grabado a beneficio del Hospital de Niños tras las inundaciones y reeditado por Página/12. “Latinoamérica es hoy la esperanza del mundo. Y yo quiero que mi disco sea un abrazo latinoamericano extensible a todo el que rechaza los actos inhumanos actuales. Se lo dedico a la riqueza que no tiene precio de Latinoamérica, al lazo de hermandad indestructible entre los que la habitamos”, anuncia Filio.
–¿Por qué esa dedicatoria?
–Ocurre que de repente algunos decidieron que todos debemos pertenecer a un lugar al que no pertenecemos, que es lo mejor que nos puede pasar y que tiene que pasar cuanto antes. Hay una amenaza latente: pertenecer o desaparecer. Y en medio de esa carrera por entrar al Primer Mundo y salvarnos, fuimos perdiendo nuestros propios valores y nuestra propia cultura. Yo busco rescatarlos por medio de la sensibilidad en un momento en que todo parece ser completamente insensible. Y esto más allá del plano estrictamente político, quiero poder hablar de nuestros hijos, de nuestros amores, nuestras soledades, nuestras desapariciones. Siento que mi lugar como cantautor es darle una forma de expresión sensible a la protesta.
–¿Hablar de canción de protesta no está un poco pasado de moda?
–No. En Latinoamérica siempre ha estado presente la protesta, en diferentes causas y en diferentes momentos. Y el cantautor tiene la gran responsabilidad de expresarla dentro de su trabajo con las herramientas con las que cuenta. Siento que es una bandera que puedo levantar junto con Silvio Rodríguez o León Gieco, pero también con José Saramago o Ernesto Sabato. Todos compartimos las ganas de poner el dedo sobre las llagas abiertas.
–¿Se siente acompañado por otros cantautores en este camino?
–No mucho. A pesar de que somos muchos, cada quien ha tomado su forma y trabajo. Desde luego que en México hay quienes comparan mi trabajo con el de Fernando Delgadillo, por ejemplo, por ser contemporáneos y por tener una forma de lucha parecida. Sin embargo, allí no tenemos una organización como un gremio o una compañía que nos aglutine a todos. Sólo hay algunas disqueras heroicas que se empecinan en seguir existiendo, como Discos Pueblo o Pentagrama, del argentino Modesto López. Pero además yo me he retirado mucho, me he distanciado de los demás. Geográficamente todos los artistas mexicanos están en el Distrito Federal y yo me mudé a Guadalajara, allí me siento mejor, es un contexto más natural y más propicio para la creación. No creo mucho en esa camaradería que se pueda dar para crecer juntos, cuando hay diferencias de apreciaciones.
–Los cantautores suelen decir lo contrario, que extrañan movimientos que los aglutinen, como el de la Trova o el Nuevo Cancionero en épocas pasadas.
–Esa canción sigue existiendo, pero cada quien la fue haciendo subsistir por las suyas. Sin embargo, creo que en el fondo estamos trabajando todos para una misma causa pero en diferentes formas. Todos queremos interpretar el sentimiento popular en nuestro momento.
–Su trabajo tiene una huella muy marcada de Silvio Rodríguez. ¿Le molesta que lo presenten como “El Silvio Rodríguez mexicano”?
–No, al contrario. Lo tomo como una gran responsabilidad. Me gusta mucho que digan que me parezco a él. Lo malo sería que dijeran que me parezco a Palito Ortega. O a Luis Miguel, a menos que la que lo diga sea mi esposa.

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